domingo, 26 de diciembre de 2010

HAN DICHO DE MI

TODOS AMAMOS A LUCI

Por Mónica Ivulich

Todos amamos a Luci es una inteligente incursión en un mundo que existe pero evitamos conocer de cerca... aunque de todas maneras lleguemos a él.

Esta obra de teatro nos trae las intimidades de alguien que ama y defiende a una parte de la sociedad casi fantasma, y lo hace con ternura, energía y una forma del humor con el que nos hace reír, pero nos deja pensando.

Luci es un personaje de carne y hueso con altos ideales y con sentimientos variados y variantes como los de cada uno de nosotros.

Hay una descripción vívida, tan palpable, de personajes, que parece que estamos en medio de sus conversaciones.

Y todo esto lo maneja Plinio Garrido con maestría del lenguaje, habi-lidad para llevarnos de una situación a otra, total simpatía hacia el tema y mucho amor, y admiración por una obra humanitaria que sólo una mujer tan maternal como Luci puede encarnar.

Estoy convencida de que es una obra necesaria en este mundo newyorkino que elegimos vivir. Además de un Senior Center, el autor pinta nuestra época, nuestras preocupaciones, formas de vivir, conflictos con las diferentes generaciones, con el poder y con el no-poder.

Plinio Garrido trae todo esto de manera directa, a veces lo satiriza, otras veces disfraza su sarcasmo riéndose de los problemas que aborda y nos muestra, o llora sobre los renglones de la impotencia, ante la injusticia o el desamor.

No hay duda que Garrido corrió un velo y resultará imposible volver a cerrarlo, antes será mejor caer en la cuenta de que la antesala de la muerte espera y es mejor mirarla de frente. Gracias a Dios Luci existe.

Cerré el escrito y horas después los personajes no cesan de pasar y bailotear sobre mi cabeza. ¿Significa eso que no era tan “light” como quiere aparecer? Pues no: son personajes reales y contundentes que pasan a formar parte de nuestras convivencias y recuerdos.

Habiendo sido testigo del esfuerzo, tiempo y concentración que Plinio Garrido dedicó a esta obra, no me asombra la fluidez con la que se deslizan en el papel tantas situaciones diversas y de tenor tan diferente, creando una luz roja subliminal que sólo cada uno de nosotros podremos tornar verde.

Mónica Ivulich es una psicóloga y escritora argentina radicada en la ciudad de Nueva York