sábado, 15 de noviembre de 2008

Serie "El amor se va y viene..."



















Tus ojos

A Lilly Domenech (1964/2005)

Tus ojos, yo no los puedo olvidar
Son puñales salvajes
Intensos haces de luz
Y miran con la frialdad de la paloma.
Tus ojos me persiguen por calles oscuras
Son dos gatos pardos colgantes de una estrella
Zafiros perdidos en la memoria de Dios
Hojas del nogal que caen con la brisa de mayo.
Tus ojos me hacen rabiar de la risa por la gracia de su hiel
Cuando son cuchillos de agua y mojan mis labios
Cuando hieren de tanto fulgor y tú ríes
Cuando titilan ante la majestad del Universo.
Me los como a veces
Con los labios de la imaginación
Y los recuerdo
Cuando la lluvia es amorosa y sutil tras el vidrio de la ventana.
Tus ojos son dos amantes gitanos
Que andan por ahí, cazando las miradas del buscador de horizontes.
Diademas de la virgen en cuarzo jaspeado
son tus ojos.
Quimera repetida que florece con el sol
en los días de abril de Nueva York.
Yo los dejó por ahí
Tratando de olvidarlos
Pero llegan a mi pensamiento como pecados
Se burlan de mi sueño
Me condenan a la vigilia
Y me convocan a la aventura de encontrarlos
por la gracia de la casualidad
En alguna calle
Feria o plaza de fiestas, un domingo
Igual que la última vez que me dejaste verlos.

octubre 22/2008

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jueves, 13 de noviembre de 2008

ESCRITOS RESCATADOS (1)




















Publicado en un diario en español de Nueva York, semanas después del atentado terrorista del 11 de septiembre /2001

Amor, relaciones amorosas y soledad en tiempos de crisis

Antes de septiembre 11 Magdalena Sánchez no tenía entre sus prioridades convivir en pareja de manera estable y unida a un hombre por ese raro condimento denominado amor. Comentó que poco podía hablar acerca del amor, y si se había enamorado en alguna ocasión fue tan superficial que no había quedado ninguna huella, recuerdos bonitos ni añoranzas por nadie. "Sí, creo que nunca ocurrió", dijo en tanto exhalaba el humo del cigarrilllo por la boca y la nariz. La música sonaba a todo timbal en el bar de rock en español en Steinway Street, arteria principal de Astoria, sector del condado de Queens donde suele ir jueves o viernes a tomarse no más de cuatro tragos de whisky, espaciados y con abundante agua Perrier.

Sus relaciones, mayormente, habían sido determinadas por el goce, la diversión, y con los elementos que determinan una buena amistad, pero sin comprometer su independencia, de la que echó mano algunas semanas después de cumplir 19 años. Nacida en Cuautla, estado de Morelos, pero criada en México DF, reside en Nueva York desde 1985. Su iniciación sexual no fue lo grata que imaginaba y esperaba; lo hizo por curiosidad y para estar a tono con sus compañeras de colegio. Las siguientes no fueron muy diferentes hasta que tuvo un orgasmo espectacular y así entendió que debía de ser una relación con los hombres. Desde entonces cuidó que los siguientes ligues tuvieran ese matiz, por lo que sólo avanzó en la recepción de requiebros e hizo el amor, si la seducción generaba en ella esa conmoción que predispone al goce máximo, no importa si con aullidos agregados.

"Nunca advertí la fragilidad de la vida hasta los hechos de septiembre", confesó, "junto a la sensación de pérdida, la inseguridad, el temor y la desconfianza frente a cualquier desconocido, he sentido que necesito certezas, apoyarme en una idea, en una persona, en algo o alguien, que genere confianza en mí. Soy poco creyente, y aquí me refiero a lo religioso. Así que no he mirado ni al cielo, ningún libro de filosofía trascendentalista o iglesia; he pensado, sí, en el amor.

Desde la destrucción de las torres no había tenido relaciones íntimas con nadie, y he hablado de esto con algún "amigo" que me dio muchísima satisfacción en la cama y con el que sigo comunicándome, pero rechazo cualquier invitación que tenga relación con el sexo, ando como limpiándome, y más que esperanzada, muy pendiente de encontrar al hombre que me nazca amar y que me ame. Ahora, quiero... y creo que es tiempo de una relación estable y voy a apostarle a eso".

Pero Magdalena no está sola o no es la única a quien los hechos de septiembre pasado ha modificado la existencia y hecho volver la atención sobre sí misma, a plantearse cambios radicales en su visión, actitud y estilo de vida, en los días subsiguientes a la tragedia encontré que la gente era más amable, exteriorizando la necesidad de demostrar afectos y buenos modales, los vecinos, el taxista, y en general con quienes por razones de trabajo, diligencias o socialización debía comunicarme resultaron con mayor propensión a ser amables y al saludo cálido.

Nancy, una buena amiga ecuatoriana, me llamó para despedirse. Me tomó por sorpresa, le gustaba su trabajo y se sentía a gusto en el medio donde se desenvolvía, pero vivía sola, acaso algunos primos en el Bronx. Sus jornadas laborales de hasta 14 horas la dejaban extenuada y apenas con ganas de llegar al apartamento, llenar la bañera de agua tibia y sales aromáticas, meterse y relajarse cuanto fuese posible; cenar y a dormir. La tragedia de septiembre generó en ella una insoportable sensación de soledad, indefensión y fragilidad, las travesías de su casa al trabajo y viceversa resultaron un viaje taciturno, de instrospección, como escudriñando cada posibilidad por remota e impensable que hubiese sido en el pasado inmediato. Pero fue su esposo (del que estaba separada) quien se comunicó con ella para que pensara en la posibilidad de juntarse de nuevo. Coincidencialmente su única hermana en Estados Unidos reside en la misma ciudad que su esposo. "Es que Manuel y yo decidimos reconciliarnos", me dijo, "Viviremos en Orlando. Nueva York sólo me genera temores".

Para Hugo Altamar, quien al preguntarle la nacionalidad dijo: "lo importante es que soy latino", nada ha cambiado ni ha habido ninguna crisis en su vida tras el atentado terrorista o por eventos subsiguientes como la recesión económica, que ha puesto a quejarse a algunos compañeros de escuela y a muchos en la oficina de proyectos arquitectónicos (cerca de la universidad donde estudia: será arquitecto en un año largo) donde trabaja de lunes a viernes, de 9 am a 3 de la tarde. A sus veinticuatro años reparte el tiempo en lo que señala como "resposabilidades proritarias": sus estudios, el trabajo, divertirse, ir al gimnasio. El amor no es algo que lo trasnoche y la sexualidad está incluida en la sección "diversión", que cuando tiene oportunidad, ejercita mayormente con compañeras de estudio, o laborales... en menor grado y por un ligue fortuito en otros lugares. "Si vivir sin problemas y sabroseando es ser feliz, pues yo lo soy", dijo con un dejo de malicia al despedirse.

Adrián Astacio, dominicano, que trabaja en una panadería colombiana, tiene 31 años de edad y 4 de casado, enfrenta el pago de varias facturas por servicios médicos a su esposa, a quien afectó en forma inesperada y extraña —para él, en principio— lo ocurrido en septiembre 11, llevándola al llanto involuntario y continuo en los días posteriores a la tragedia, a la anorexia y el rechazo de la actividad sexual. "Soy un tipo muy activo sexualmente, varón, exclama Adrián, y me sentí muy castigado por la vida". Cuando todo parecía volver a la normalidad y su esposa le pidió que esperara "sólo unos diítas más", sobrevino —el 12 de noviembre— la caída del vuelo 587 de American Airlines de Nueva York a Santo Domingo en el sector de Rockaway en Long Island, donde murieron los 260 ocupantes, casi todos dominicanos y la crisis, entre ambos y con ellos mismos, se ahondó.

En Nelda, porque no se explicaba el desgano casi hasta la aversión ante el intercurso sexual y porque se sentía culpable, pensaba que su esposo no la entendía y menos, lo aceptaba, y sentía temor de perderlo, tal y como le confesó a Adrián ahora que las aguas han vuelto a su cause. "Con la caída del avión pude entenderla mucho más —reflexiona Adrián—, porque yo mismo tuve un bajón depresivo muy feo: algunas de las personas que murieron eran conocidas nuestros y sentí que como humanos somos muy frágiles y que la vida puede acabar cuando menos uno lo piensa. Además, había mucho llanto y dolor en mi comunidad. Gracias a Dios nos hemos recuperado. Pero..., yo creo que la vida a veces lo premia a uno, pues la noche que mi esposa otra vez me aceptó, fue mejor que aquella primera, la de la luna de miel, la sentí casi celestial, ¿tú ves?", me dijo y siguio "bregando" sobre la masa dócil y blancuzca.


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domingo, 9 de noviembre de 2008

NOCTURNO

Hoy recordé que no te amaba
Y resulta que te amo
Te amo con el recuerdo de ayer
La indiferencia de hoy
Te amo sin que me importes
Puedes morirte, puedes
Igual te amo
Te amo y amo a otra mujer
Es una turca que vende flores en Central Park
A la que sí amo
Es la que está presente en mis ojos
Y duerme boca abajo para que bese su espalda
Sabe de mis insomnios y me pone oficio
Acaricio su lomo
Y me acuerdo de ti y te amo
Estás muerta, ya lo sé.
Yerta.
Pero te amo
Amo de ti un instante
Una hora talvés
Ocho días, quizás
Lo hice un mes completo
Y te amo por una canción
Porque tuve un sueño
Y amo simplemente mi recuerdo
De ti
De ese instante
Pero no amo la que ha sido
En otras noches
En esas noches he amado a la que hoy amo
Al alcance de mis manos
La que escucha divertida mis chillidos
Soñolienta se hace cómplice de mis gemires
Se alborota con imágenes que mi frenesí detalla en su oído
Mas la asustan mis aullidos
los que imita en la mañana a la hora de las tortas
y del treno cotidiano
De lobo marullero me disfrazo,
la conquisto, la enamoro por septuagésima vez
soy su quintaesencia
extornuda en mis fosas nasales
sobre mis dientes, yo me río
adoro y sorbo sus mocos
sobre ella encimado, soy pasajero
En sus pechos de granada ensimismado
ignoro el noticiero, me le ofrezco en cueros
Y no amo lo que fuiste/ la de años hace...
Y no te extraño
Si volvieras frente a mí, yo sería un gato criminal
Apenas amo aquel instante
Un recodo del romance que tuvimos
que fuiste virgen de alma, un lago tibio y sereno
una diosa y una rosa, un riachuelo
Aquel puñado de besos en tu boca
Aquel beso tan sagrado en tu pubis depilado
Aquel gemido tuyo auténtico, casi hierático
No fingido, ni forzado, ronco, salivoso, limpio
Tú, minina putona y yo el gato que te lamía
y casi te insuflo el milagro de la vida/ durante aquel desmadre
en el baño en cuatro patas, gata;
y te canté el Angelus y
una canción de Frank Sinatra
Fuiste buscona, me gustabas
En ti incrustado yo roncaba y te babeaba
Y tu boca de granate y de granada fue mi fuente
Dulce bebedero
Y tus ojos se nublaron
Y tus piernas me apretaron
Y soltaste aquel te amo tan intenso
Tan sentido
Era tu corazón dolido
Quebrantado de su escarcha de abandono
Algo en ti nació en ese instante
Y yo te amé y accedí el nirvana
Que efluvian el fuego y la luz
La simbiosis del infierno y del cielo
Hoy te amo,
Mas es la acción fugaz del pérfido (no mórbido) recuento
De lo vivido/ Lo que he sido
Esa ranura que dimana las babas del recuerdo
Mi mano se desliza por la espalda tersa
Hasta siento en mis relieves papilares las pecas de la turca
La que duerme como angel o lirón, no sé
Lo tuyo es simple traspiés del insomnio
Mas estoy a punto de quedarme dormido
Ahora que la turca registra con su mano de medusa
Aquel lugar adorado por tu lengua, por tus labios.
Y gozabas. Hoy estás muerta.
Ni cadáver eres, te cremaron
Te mataron
Por tu vicio
Coleccionista de péndulos
Mala racha aquella noche de tu caída
"Dímelo": ¿Tú me amaste?
Ocho días no dan para tanto
Aunque el amor es un instante
y es pérfido y es mórbido
La turca adivina pensamientos
Mejor me callo
No te pienso.